¿De verdad sabemos qué no deben comer los gatos?

Joven gato en su peso ideal

Vivimos rodeados de mitos, costumbres caseras y consejos bienintencionados sobre lo que los gatos pueden o no pueden comer. Y es que compartir nuestra comida con ellos puede parecer un gesto tierno, pero en muchos casos puede ser un auténtico error. Hay alimentos que, aunque para nosotros resulten inofensivos e incluso saludables, para ellos son directamente tóxicos.

En mi experiencia, esto no es una exageración. Recuerdo una vez que uno de mis gatos, llamado Mini, comió una receta que llevaba guisantes con merluza. Pensé que era algo ligero, nutritivo y seguro. Pero esa misma noche, Mini estuvo devolviendo varias veces, completamente descompuesto. No todos los alimentos le sientan igual a todos los gatos, aunque te digan que “sí pueden” con alguno. A veces, lo que importa es el contexto, las patologías previas o simplemente la sensibilidad individual del animal. Desde entonces, tengo una regla básica: consultar al veterinario antes de introducir cualquier novedad en la dieta.

Este artículo está escrito para ayudarte a evitar ese tipo de sustos. Vamos a repasar, con claridad y rigor, qué no pueden comer los gatos, por qué no deben hacerlo y qué errores comunes cometemos sin darnos cuenta. Todo ello integrado con anécdotas y advertencias reales de quien convive con felinos desde hace años.

Alimentos peligrosos para gatos: la lista definitiva

Cuando hablamos de toxicidad alimentaria en gatos, no todo se reduce al chocolate. Hay muchos más alimentos prohibidos, algunos de ellos presentes en casi todas las cocinas.

⚠️ Lista de alimentos tóxicos para gatos:

  • Cebolla y ajo: contienen compuestos que destruyen los glóbulos rojos, provocando anemia. Cocidos o crudos, son igual de peligrosos.
  • Chocolate: su teobromina es altamente tóxica para los gatos. Afecta el sistema nervioso y puede ser letal incluso en pequeñas dosis.
  • Uvas y pasas: aunque no se sabe exactamente el motivo, se han vinculado a insuficiencia renal aguda en gatos.
  • Cafeína y té: aceleran el ritmo cardíaco y pueden provocar temblores, vómitos o incluso la muerte.
  • Alcohol: aunque parezca obvio, incluso una cucharadita puede dañar seriamente el hígado o el cerebro de un gato.
  • Huesos cocidos: pueden astillarse y provocar obstrucciones o perforaciones intestinales.
  • Nueces de macadamia: en perros ya son altamente peligrosas, en gatos aún se investiga, pero mejor no correr el riesgo.
  • Pescado crudo: contiene una enzima llamada tiaminasa que destruye la vitamina B1 (tiamina), provocando trastornos neurológicos.
  • Huevo crudo: además del riesgo de salmonella, también tiene avidina, una proteína que interfiere en la absorción de la biotina (vitamina B7).
  • Lácteos: la mayoría de los gatos adultos son intolerantes a la lactosa. Aunque puedan lamer leche sin reacción inmediata, genera diarreas o gases.

En más de una ocasión he cometido errores sin saberlo. Por ejemplo, me pasa que dejo peroles con restos de salsa con ajo y cebolla enfriando en la cocina, sin taparlos. Nunca se me ocurría que mis gatos pudieran acercarse, pero lo hacen. De ahí aprendí que el peligro no solo está en lo que les damos directamente, sino también en lo que dejamos al alcance.

Comidas humanas que pueden enfermar a tu gato

Muchos alimentos que para nosotros son básicos o incluso “sanos”, no tienen cabida en la dieta felina. Esto incluye frutas, vegetales, productos procesados o especias que usamos a diario.

🚫 Alimentos comunes en casa que pueden hacer daño:

  • Aguacate: contiene una toxina llamada persina, peligrosa para algunos animales (especialmente aves y gatos).
  • Tomate verde o tallos de tomate: contienen solanina, un alcaloide tóxico.
  • Pan con levadura cruda: puede fermentar en el estómago del gato, provocando gases peligrosos o incluso una ruptura intestinal.
  • Sal en exceso: puede provocar intoxicación por sodio. Cuidado con las sobras muy condimentadas.
  • Comida enlatada para humanos: contiene condimentos, sal y aditivos nada recomendables para un gato.
  • Embutidos y carnes curadas: sal, nitratos, grasa y condimentos se combinan en un cóctel altamente perjudicial.

En casa tengo un dilema con el pan. A lo largo de mi vida he tenido muchos gatos y no sé por qué, pero a todos les encanta. Es como si lo olieran y vinieran corriendo. Me han robado más de una vez una rebanada que había dejado sobre la mesa. Y aunque no sea un veneno como tal, el pan no les aporta nada bueno. Su estómago no está hecho para digerir harina, levadura ni sal añadida. Como mucho, les puede provocar gases o cambios en las heces. Desde entonces, he aprendido a no dejar nada a su alcance, por muy “inofensivo” que parezca.

Ingredientes comunes en la cocina que resultan tóxicos

Uno de los mayores errores que cometemos es dar por hecho que “un poquito no hace daño”. En el caso de los gatos, incluso cantidades mínimas pueden tener consecuencias graves.

Ingredientes tan habituales como el ajo, la cebolla o los cubitos de caldo concentrado (que contienen sal, cebolla en polvo y potenciadores de sabor) son una trampa mortal.

En la cocina moderna también abundan productos como el curry, el comino o el pimentón picante. Aunque no hay estudios concluyentes sobre su toxicidad en gatos, pueden provocar irritación gástrica o digestiva, sobre todo si se mezclan con grasas o salsas.

La regla es clara: cuanto más natural y específico sea el alimento para gato, mejor. Y si cocinas tú algo para él, que sea sin sal, sin aceites, sin ajo y sin cebolla.

Alimentos que no son tóxicos pero debes evitar

No todos los alimentos no recomendados son “veneno” como tal. Algunos simplemente no aportan nada bueno o pueden generar molestias.

Por ejemplo:

  • Pan: como contaba antes, les atrae mucho, pero no les beneficia en absoluto.
  • Pasta o arroz cocido con sal: es mejor evitarlo, ya que los gatos no necesitan carbohidratos en su dieta.
  • Carnes muy grasas: como el cerdo o las vísceras en exceso. Pueden provocar pancreatitis.
  • Lentejas, garbanzos o guisantes: no todos los gatos los toleran. En el caso de Mini, los guisantes le sentaron fatal.
  • Leche o yogures azucarados: mejor usar productos sin lactosa si quieres darles un pequeño capricho.

Recuerda que los gatos son carnívoros estrictos. No necesitan vegetales, legumbres ni cereales como base de su alimentación. Cualquier cambio debe hacerse poco a poco y con supervisión veterinaria.

El peligro silencioso: lo que dejas al alcance

Muchas intoxicaciones no ocurren por lo que “damos”, sino por lo que dejamos sin querer.

Una cazuela abierta con salsa, una tapa con cebolla, una copa de vino sobre la mesa, restos de pollo al curry en una sartén… todo eso puede acabar en el estómago de un gato curioso y hambriento.

En mi caso, he aprendido a tapar todo lo que dejo enfriando y a no confiarme nunca. Porque un segundo de despiste puede costar muy caro. También aprendí que algunos gatos son especialmente hábiles: saltan, trepan, y abren puertas con facilidad. Hay que prevenir todo.

¿Por qué algunos gatos reaccionan diferente a ciertos alimentos?

Este es un punto muy importante. No todos los gatos reaccionan igual a un mismo alimento. Como nos pasa a los humanos, hay gatos con intolerancias, alergias o patologías específicas.

En el caso de Mini, aquella receta que incluía guisantes le causó vómitos durante toda la noche. No había ajo ni cebolla, ni ingredientes considerados tóxicos, pero algo no le sentó bien.

Además, gatos con insuficiencia renal, diabetes, enfermedades hepáticas o digestivas requieren dietas muy específicas. No basta con evitar lo tóxico. Hay que pensar en lo adecuado para su estado de salud.

Por eso siempre digo que, aunque encuentres listas de “alimentos permitidos”, cada gato es un mundo y hay que actuar con responsabilidad.

Consulta siempre al veterinario: cada gato es un mundo

No hay mejor consejo que este: consulta siempre al veterinario antes de introducir un alimento nuevo. Incluso si lo has visto en internet o lo recomienda otra persona con gatos.

Hay alimentos que pueden parecer seguros pero que, por cuestiones individuales (alergias, condiciones previas, edad del gato), resultan perjudiciales.

Además, hay veterinarios nutricionistas que pueden ayudarte a diseñar una dieta natural y segura si quieres salirte de los piensos comerciales. Pero improvisar por tu cuenta, sin información y sin supervisión, es la receta perfecta para el desastre.

Conclusión: prevención, observación y sentido común

Al final, convivir con gatos es una aventura maravillosa… pero también un acto de responsabilidad. Hay muchos alimentos que no deben probar, otros que conviene evitar, y muchísimos errores comunes que pueden evitarse con un poco de información y sentido común.

Mi experiencia con Mini, mis despistes con restos de comida, los robos de pan y las visitas urgentes al veterinario me han enseñado que lo mejor para un gato es tenerlo todo bajo control. No improvises con su comida. No asumas que “un poquito no hace daño”. Y sobre todo, observa su comportamiento y reacciones. Son sutiles, pero si les prestas atención, te lo dicen todo.

Porque, al final, nuestros gatos no pueden elegir qué comen. Esa decisión depende de nosotros.

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